Guanajuato,
Gto. 20 de julio de 2020.
Todo comenzó en el
único cine de barrio que quedaba en mi ciudad ─el legendario Cine Guanajuato─, con
sus funciones de permanencia voluntaria, su boleto de entrada ridículamente
barato que daba derecho a dos o a veces tres películas en una tarde. Era una
sala inmensa, con butacas desgastadas, quizás cabían casi mil personas, pero
yo siempre contaba alrededor de veinte asistentes. Aquella tarde de cine proyectaron
El amante bilingüe, protagonizada por Imanol Arias y Ornella Mutti,
basada en la obra homónima del escritor barcelonés Juan Marsé. Disfruté la
película sin saber nada de ella ni de su autor. Simplemente en aquel momento la
interpreté como una historia de amor y desamor que llevaban al personaje
principal a la esquizofrenia.
Días después busqué
la novela de Marsé en una biblioteca sin encontrarla, en cambio me hallé con Últimas
tardes con Teresa que me acercó de manera inesperada a la vida de los
suburbios barceloneses y su relación con la burguesía catalana durante la
dictadura franquista. Luego, La muchacha de las bragas de oro, Ronda
del Guinardó y La oscura historia de la prima Montse, me enseñaron
más de su prosa. Las primeras palabras en catalán las aprendí de esas
narraciones, que aparecían como el reflejo clasista que muchas veces denostaba
al forastero que había llegado a buscarse la vida en aquella industriosa ciudad
catalana necesitada de mano de obra.
Más tarde, llegué
a Barcelona y lo primero que hice fue visitar aquellos barrios que había
conocido por la obra de Marsé: el Carmel, el Guinardó, la calle Verdi, las ramblas,
la catedral, etcétera. Siempre vi en Marsé a un retratista de la sociedad
barcelonesa y a un escritor discreto que nunca buscaba reflectores, a pesar de
estar considerado entre los más destacados escritores de habla hispana contemporáneos.
Hace veintisiete
años vi El amante bilingüe y hace veinticuatro leí la novela. Comprendí
tarde que no solo se trataba de una historia de amor y desamor, sino de un
reflejo de una parte de la sociedad catalana que utiliza la identidad como arma
segregacionista. En el plano profesional, recuerdo que Marsé fue discriminado
por unos colegas del oficio de las letras al no considerarlo «de los suyos»,
pero la obra de Juan Marsé está y estará por encima de aquellos exaltados.
«Porque pienso
que muchas cosas que se dicen o escriben, en el idioma que sea y por muy
auténtico que éste se presuma, deberían a menudo merecer más atención y
consideración que la misma lengua en la que se expresan» dijo Marsé cuando
recibió el Premio Cervantes.
Gracias por
todo, Juan Marsé.
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